lunes, 15 de enero de 2024

FORDMANÍA 2

MOGAMBO (1953) de John Ford
 

       
A principios de los cincuenta, John Ford dirige esta obra maestra, injustamente considerada película de aventuras, cuyo verdadero eje central lo constituyen las peripecias amorosas del trío protagonista, un triángulo amoroso en el que una aventurera se enamora de un cazador de fieras, que a su vez se enamora de una mujer casada, que se enamora de él ante las narices de su inocente y enamorado marido. Ford aportó a este proyecto de encargo su particular visión sobre la escasa importancia que tienen las pasiones humanas frente a los amores tradicionales, basados en un profundo vínculo emocional de cariño, paciencia y respeto mutuo.
     
       Víctor Marswell (Clark Gable), cazador americano, regenta un negocio en África de safaris y caza de animales, en compañía de su amigo Brown-Pryce (Philip Stainton) y del desagradable y borrachuzo Boltchak (Eric Pohlmann). Cuando la aventurera Eloise Kelly (Ava Gardner) aterriza allí, plantada por el maharajá de Bangalore, Víctor se ve obligado a acogerla una semana hasta la llegada del siguiente barco. Aunque al principio, Kelly y Víctor no se llevan bien, a lo largo de la semana, llegan a entenderse e incluso inician un romance en el que ella se enamora sinceramente de él. Pero, no siendo correspondida, Víctor se deshace de ella al llegar el barco. Kelly parte con el corazón destrozado mientras él da la bienvenida al matrimonio Nordley, formado por el investigador Donald Nordley (Donald Sinden) y su joven esposa Linda (Grace Kelly), que pretenden hacer una expedición por el peligroso territorio de los gorilas. Nada más llegar, Donald sufre una ligera indisposición, durante la cual, Víctor y Linda se enamoran. El inesperado regreso de Kelly al campamento contraría a Víctor y sobre todo a Linda, poco acostumbrada a tratar con mujeres tan liberadas y atrevidas como ella. Kelly, al percibir la mutua atracción que existe entre el cazador y la dama, oculta su sufrimiento con ironía y sarcasmo. El propio Brown-Pryce, que también se ha dado cuenta, trata sin éxito de hacer desistir a su amigo de la Sra. Nordley. De manera que, durante el safari, Víctor y Linda coquetean de forma sutil mientras Donald, demasiado fascinado por la naturaleza africana, es el único en ignorar lo que está pasando. Al llegar a territorio Samburu, Kelly, dispuesta a cambiar de vida, se confiesa con el padre José (Denis O’Dea) y advierte a Linda que está poniendo su matrimoio en peligro por un hombre que no lo merece. Una vez instalado el campamento en el territorio de los gorilas, Linda y Víctor dan rienda suelta a su pasión mientras Donald, pese a estar concentrado en su investigación, comienza a notar que algo le ocurre a su mujer. Atormentados por la culpa, los amantes deciden confesar la verdad al marido. Sin embargo, llegado el momento, Víctor es incapaz de destrozarle el corazón a Donald y se emborracha para romper con Linda. Kelly apoya la nobleza de Víctor emborrachándose con él. Cuando Linda les descubre en ese estado se siente tan humillada que dispara contra Víctor hiriéndole sin consecuencias. Donald y Brown-Pryce acuden alertados por el disparo y Kelly improvisa una historia de acoso salvando la reputación de Linda ante su marido. Cuando los Nordley se marchan, Víctor trata de retener a Kelly a su lado, pero ella ya no es la misma aventurera que llegó a África.


       Ford eterno defensor de la familia, entendida como ese espacio emocional en el que los seres humanos aprenden el valor de apoyarse y cuidarse los unos a los otros, antepone en el film las relaciones matrimoniales, a las locas e irrefrenables pasiones románticas. El escenario de la salvaje selva africana, alejada de toda civilización, ambienta y justifica esa tendencia del trío protagonista a abandonarse a los propios impulsos sexuales, sin pensar en las consecuencias. Los personajes de Mogambo se debaten entre sus deseos más primitivos, sus ideales amorosos y la moral impuesta por la sociedad, para terminar persiguiendo la felicidad en el lugar equivocado. Sin embargo, siendo una película de Ford, todos serán capaces de redimirse al sacrificarse en pos de la preservación de la familia, institución enormemente frágil y pilar de toda comunidad.

       Aunque Ford aceptó esta película para poder visitar África, nunca lo hubiera hecho si no le hubiera interesado un guión lleno de humor, tolerancia y camaradería, tres elementos presentes en toda su filmografía. Era una época en la que los estudios abogaban por los remakes en color de sus éxitos en blanco y negro. En el caso de Mogambo, se trataba de renovar el film de Víctor Fleming Tierra de pasión (1932), una de las últimas películas que pudo saltarse el recién implantado Código Hays. Ambas películas compartían, no sólo a Clark Gable como el objetico romántico de dos mujeres antagónicas, sino también a John Lee Mahin como guionista adaptador de la obra de Wilson Collison, en que se basaban ambos films. El éxito de Mogambo, con una original banda sonora de música étnica grabada íntegramente en el Congo, superó con creces al de la obra teatral de Collison, que había sido un fracaso en los escenarios.

    
       En su manera de hacer cine, Ford siempre prefirió crear emociones a través de los sentimientos y las relaciones de los personajes, en lugar de recurrir a la técnica cinematográfica. Aún así, en Mogambo creó unos planos de gran belleza, con una composición de colores y formas capaces de ambientar los diferentes estados de ánimo de sus protagonistas, siempre en consonancia con la naturaleza. La historia de la película es una historia de personajes, confusos a causa de sus emociones, que se relacionan entre sí en un lugar salvaje, en el que terminan descubriéndose a sí mismos y comprendiendo a los demás. Ford daba tanta importancia a los personajes, que solía introducirlos sin preámbulos: Al cazador, cazando; a la aventurera, tomando una ducha desnuda al aire libre y al matrimonio, iniciando ilusionados una aventura por África.


       El vértice que siembra la discordia en el triángulo amoroso es el personaje interpretado por un maduro Clark Gable, que encarna en el film la típica exaltación fordiana de la masculinidad de la época, el héroe solitario, malhumorado y de rudas maneras, siempre dispuesto a entregarse a conquistas, borracheras y peleas. El mérito del actor fue salir airoso al repetir este personaje de Casanova aventurero cuando ya había pasado de los cincuenta y, hacerlo, sin caer en el más espantoso ridículo, con un personaje que en ocasiones más que parecer duro resulta gruñón y antipático. Sea como fuere Gable logra hacer que Marswell sea creíble, quizás porque sus maneras de gran estrella ante la cámara, su clásica sonrisa canalla frunciendo el entrecejo y los arrebatos indómitos de su personaje, le hacen parecer más atractivo de lo que es en realidad.


       «Kelly: Qué bonito está el río a la luz de la luna… (Víctor la agarra y la besa apasionadamente) Qué impulsivo, Sr. Marswell… El clima de África les hace ir muy deprisa.
       Víctor: Si le molesta, la dejo.
       Kelly: ¿Conque es capaz de ser amable y atento cuando quiere?
       Víctor: No se ilusione, puede equivocarse.»

       Pero aunque Víctor Marswell, cazador de animales y mujeres, pueda ser el protagonista de la película de aventuras que representa Mogambo, no lo es en absoluto de la historia amorosa que convierte esta película en obra maestra y de la que Marswell no es más que un mero comparsa en manos de las dos mujeres protagonistas que se lo disputan, Eloise Kelly y Linda Nordley. Esta rivalidad entre la aventurera y la dama constituye sin duda lo más interesante de esta historia de adulterio femenino, que escandalizó tanto a la censura franquista que prefirió eliminarlo  transformando al matrimonio Nordley en hermano —, aunque con ello hiciera planear la sombra del incesto sobre la película.


       Kelly, bohemia y vividora, es presentada por Ford con unas cualidades humanas de generosidad, sinceridad y compasión que la sitúan muy por encima de Linda, la dama elegante y culta que encarna el concepto de virtud femenina, pero que es arrogante, clasista e hipócrita. Linda se siente moralmente superior a Kelly, a la que desprecia por su absoluta falta de recato y por su frivolidad a la hora de hablar de los hombres. Por el contrario, Kelly comprende la debilidad de Linda y sabe reconocer en ella a ese tipo de mujer capaz de conseguir que los hombres hagan todo lo que desea.

       «Kelly: Oye, vaya chavala la rubia, es estupenda. De esas a las que los hombres les dais los planos de la mina.»

       La misma Linda reconoce con orgullo el poder que siempre ha tenido sobre su marido.

       «Linda: Donald es un marido que se ha creído todo lo que le he dicho desde que tenía cinco años.»

       La pasión que ambas sienten por Víctor, vuelve más humilde y taciturna a la alegre y descarada Kelly mientras que a Linda la vuelve más altiva e irritable. Y asimismo, el desengaño sufrido por ambas conduce a Kelly a la redención de una vida llena de excesos mientras que produce en Linda una violencia histérica, fruto de la incapacidad de su orgullo para sufrir la humillación de ser despreciada por el hombre al que ha entregado su amor y su reputación.

       Mogambo denuncia el modo en que las mujeres se veían obligadas a reprimir, disimular y negar sus pasiones, si no querían verse despreciadas por la sociedad. La fama de una mujer podía marcar en los años cincuenta la diferencia entre ser tratada con respeto o convertirse en una marginada social. Kelly, una mujer liberada sexualmente, sabe que ha perdido su reputación pero no se avergüenza y se muestra desafiante ante cualquiera que trate de juzgarla. Sin embargo, Linda no tiene el temperamento de Kelly, para ella perder la estimación de los demás supone una humillación demasiado dolorosa, por ello siente pánico ante la idea de que su adulterio salga a la luz.

       «Kelly: No se preocupe por mí, aunque me revolcara por el suelo, no podría perder más de lo que he perdido. Es a usted a quién hay que salvar. Compréndalo, no es un caballero, andante y romántico, es una boa constrictor en forma humana.»


       La pasión es simbolizada en el film por los animales salvajes que rodean a los 
personajes. Linda se encuentra con dos fieras en el transcurso de su aventura africana; primero, la pantera negra que la acecha cuando se pierde en la selva y más adelante, un joven gorila macho que se pone violento cuando su marido Donald trata de grabarlo. La reacción de Linda frente a estos animales es paralizarse y gritar de puro pavor pidiendo ayuda. La pasión sexual que Linda siente por Víctor la asusta tanto como estos animales, porque es tan incontrolable y peligrosa como ellos, lo que la convierte en presa fácil para el experto cazador. Por el contrario, Kelly se siente cómoda entre los animales de la selva, no siente por ellos ningún temor, incluso trata de hacer buenas migas con ellos.

       «Víctor: ¡Eh, Kelly, apártese del chimpancé! ¡Y haga el favor de no darle chicle!
       Kelly: ¿Es que no puedo hacer amistades en este palacio?
       Víctor: ¿Amistad con ese mono? Es capaz de arrancarle el dedo de un mordisco.
       Kelly: Pero si parece completamente…
       Víctor: Se lo advierto, tenga cuidado. Parece inofensivo, pero si sus dientes hacen presa en usted, no hay quien la libre.»


       Cuando un guepardo se cuela por la noche en su tienda, ella no grita ni se queda paralizada sino que espera con precaución a que el guepardo salga de su tienda tranquilamente. Y es que para Kelly la pasión es algo natural, la conoce bien y le inspira respeto, pero no miedo. Por su parte, Víctor es presentado como un animal más de la selva, idéntico a las fieras salvajes que colecciona y con las que se puede decir que se identifica. Se enfrenta a ellas en una batalla de iguales, mirándolas fijamente, sin dejar de apuntarlas con su arma hasta someterlas. Y con las mujeres se comporta igual, las domina físicamente, enseñándoles quién manda y luego se deshace de ellas cuando ya no le interesan. El joven gorila macho simboliza la pasión sexual de Víctor, por eso el mismo Víctor tiene que sacrificar al animal cuando va a atacar a Donald, el marido honesto y bueno. Víctor asesina su pasión por Linda, lo mismo que asesina al gorila, para proteger al leal marido, que forma con Linda una unidad familiar que todos los personajes del film terminan protegiendo.

       «Donald: Gracias, Víctor, me ha salvado la vida.
       Víctor: No creerá que lo tenía planeado, ¿verdad? Lo último que hubiera deseado es matar este animal.»


       De nuevo, la eterna búsqueda de una familia prevalece en el cine de Ford como meta inconsciente de cada personaje. Kelly ha estado a la deriva desde que perdió a su marido en el frente. Tratando de regresar al seno familiar por caminos equivocados, creyó haber encontrado en Víctor Marswell lo que andaba buscando. Sin embargo, al ser rechazada por éste, Kelly decide emprender una nueva vida, en la que poder ser respetada por los hombres.


       Linda, casada con su amigo de la infancia, ha olvidado su amor por él cegada por una salvaje y turbadora pasión a la que ha tratado de resistirse inútilmente. Grace Kelly supo ilustrar con una emotiva y temblorosa interpretación la inexperiencia e ingenuidad de Linda ante el deseo sexual. Ella sufre unos terribles remordimientos por traicionar a Donald, pero no puede resistirse a lo que siente por Víctor, porque nunca había sentido nada igual. Grace Kelly nos transmite con gran sensibilidad el enorme sufrimiento psicológico y emocional al que está sometido su personaje, reflejando en su hermoso rostro todo un desfile de sentimientos encontrados, dolor, dicha, pasión y celos. La forma en que Grace Kelly escenifica esa rabia infinita casi histérica, con la que Linda reacciona al sentirse menospreciada por Víctor, bastan para justificar su nominación al Oscar, pero lo que la hizo ganar el Globo de oro, sin duda fue la manera en la que logró que la pasión sexual de Linda por Víctor desbordara la pantalla a través de sus ojos en llamas, sin necesidad de pronunciar una sola palabra.


       Por último, también el solitario Víctor necesita una familia, aunque no quiera reconocerlo ante sí mismo.

       «Linda: ¿Ha estado usted casado, Sr. Marswell?
       Víctor: No. No tuve la suerte de encontrar una mujer a quién le interesara.
       Linda: Esa podría ser la respuesta de un cínico.
       Víctor: ¿Por qué habría de ser cínico? Aporto mi contribución a esta comunidad revuelta que es el mundo. ¿Qué debo esperar?
       Linda: Esa podría ser la respuesta de un solitario.
       Víctor. Es posible.»

       En realidad, Víctor, a pesar de sentir una considerable simpatía y atracción hacia Kelly, no la contempla como opción para formar una familia por considerar que no está a la altura de un vínculo semejante.

       «Víctor: Je, es una actriz barata, Brown-Pryce, las he visto en Londres, París, Roma… Empiezan en un cabaret de mala muerte y acaban en cualquier sitio cuando son viejas. No hay ni una pizca de honestidad en ella.»

       Por el contrario, al conocer a Linda, se convence de que ella es lo que ha estado buscando toda su vida.

       «Víctor: … porque no está usted enamorada de su marido…
       Linda: ¡Cállese!
       Víctor: Aunque lo dijera esta tarde en el coche. Y yo sé por qué lo dijo.
       Linda: Lo dije porque es cierto, estoy enamorada de Donald.
       Víctor: Me preguntó que por qué no me había casado, puede que usted sea la respuesta, Linda.»


       Sin embargo, para Ford, Marswell sólo es un elemento de desarmonía que amenaza el matrimonio de los Nordley. En realidad, Víctor se enamora de Linda porque representa su ideal de mujer, está tan confundido que incluso por primera vez se plantea formar una familia; pero comprende a tiempo que Linda ya tiene una familia: Donald, el confiado marido que siente una tierna devoción por su esposa, un hombre bueno que no merece una traición y al que todos compadecen. El actor Donald Sinden lo interpreta con tanta inocencia que resulta incómodo considerar el desengaño tan tremendo que va a llevarse al descubrir la verdad. El público casi llega a desear que la descubra y abra los ojos de una maldita vez. Pero Ford se apiada de su bondad y opta por dejar intacta su inocencia, que tampoco es tan grande como para llegar al extremo de no apreciar el atractivo sexual y la simpatía de Kelly.

       «Donald: Esa Kelly es una chica muy distinta de las que solemos tratar. Tiene sentido del humor, me agrada. Aunque está perfectamente claro, desde luego.
       Linda: ¿El qué?
       Donald: Pues que había algo entre ella y Víctor antes de nuestra llegada. Somos los malos de la comedia, les hemos estropeado el plan. Yo la comprendo a ella, Víctor es un tipo muy atractivo.»

       Ford siempre sintió predilección por las mujeres fuertes, cuya dignidad siempre exaltaba en su cine, mujeres capaces de afrontar el peligro y las penalidades con total entereza. Kelly es un claro ejemplo de la mujer fordiana por excelencia, una mujer dura y con clase, que disimula su sufrimiento con un divertido y afilado sentido del humor que la ayuda a mantener la cabeza bien alta frente al desprecio de los demás.


       «Kelly: ¿Quieres convertirme en una mujer honesta?
       Víctor: Me gustaría, Kelly.
       Kelly: ¡Me gustaría! Oye, camarada, tú y tus cambios de humor no me cubrirán de flores de azahar sólo porque llega el frío del invierno. ¡No, gracias! Seré como soy, pero donde nadie me eche nada en cara. »

       El personaje de Kelly podríamos decir que delata un inesperado feminismo en Ford, al que siempre se acusó de cierta misoginia, y lo hace además con las frases más irónicas y el humor más corrosivo del guión. Ava Gardner encarna a esta mujer de carácter con una naturalidad, una pasión y una gracia que llenan la pantalla convirtiendo a su personaje en el más sobresaliente del film. La actriz refleja en su mirada el dolor de Kelly al verse siempre utilizada sexualmente por hombres que son incapaces de tomarla en serio, pero lo hace con un aplomo y una ironía que se ganan el corazón del espectador. La frescura y el desparpajo con los que Gardner se expresa físicamente crean la ilusión de que Kelly es tan natural y salvaje como el leopardo cazado por Víctor que viaja en el barco con ella rumbo a la civilización.

Ford rueda a la Gardner caminando 
por la cubierta del barco de un lado a otro, lo mismo que el leopardo dentro de su jaula, nerviosa y magnética a un tiempo. Ninguno de los dos está en ese barco por decisión propia, los dos han sido expulsados por Víctor y de alguna manera los dos han caído en su trampa. Pero incluso cuando Marswell la rechaza, hay un coraje y un orgullo dentro de Kelly —que Ava Gardner encarna de forma admirable— que nos garantiza que ella saldrá adelante. Quizás por esa fortaleza que emana de Kelly es por lo que la interpretación de Ava Gardner resulta tan conmovedora en los momentos en los que su personaje se derrumba y la vemos llorar, pero eso sí, siempre llena de rabia. Pero lo que realmente nos conquista de ella es su generosa humanidad, capaz de comprender a los demás hasta el extremo de ofrecer su amistad y apoyo a su rival, en un momento en que ya se siente vencida e incluso despreciada por ella. Y lo hace para proteger la familia que tiene con su marido y que Víctor está amenazando.

       «Kelly: Por favor… Nosotras no podemos engañarnos. Quiero hablarla como amiga y la única forma en que sé hacerlo es diciéndole que la comprendo. Es un granuja muy guapo y atractivo…
       Linda: Kelly, se lo ruego, perdóneme, tengo que hacer el equipaje.
       Kelly: De acuerdo, ya está; pero no pierda la cabeza. Usted lo tiene todo en la vida. Es usted bonita, muy distinguida y tiene un marido estupendo.
       Linda: Estoy pensando, Srta. Kelly, que todos estos consejos suyos son porque conoce al Sr. Marswell algo más íntimamente que yo.
       Kelly: Está más colada de lo que creía…»

       Precisamente, será esta generosidad de Kelly la que convenza a Víctor de que Kelly es más valiosa y más digna de su amor de lo que él había creído. Aunque a esa altura del metraje, todo el mundo se ha dado cuenta ya de que es Víctor quien no es digno de Kelly. Pero, claro, la moral de los años cincuenta tenía que condenar la liberalidad sexual de Kelly y la vida frívola a la que se había entregado desde la pérdida de su marido, es por ello que Ford para redimirla necesitaba mostrarla arrepentida y confesando sus pecados ante un sacerdote, como si en una mujer no fuera lícito tratar de sobrevivir a toda costa. Víctor también se redime al renunciar a Linda para no destrozar una familia, pero, en su caso, no hace falta una confesión ni un sacerdote, basta con emborracharse y encajar un disparo, como los machos. Discriminaciones sexistas aparte, para una mujer resulta espléndido ver a Kelly hacerse valer ante Víctor, después de que él se haya pasado toda la película menospreciándola.

       «Víctor: Oye, me voy a quedar aquí unos días, a ver si atrapo un par de gorilas jóvenes que compensen del viaje. ¿Por qué no te quedas conmigo?
       Kelly: ¿Para qué?
       Víctor: Bueno, después, quizás podríamos…
       Kelly (Riendo con ironía): No, ni tú ni nadie volverá a darme un chapuzón para ponerme a secar.»

       Por suerte, ha estado Brown-Pryce para mostrarnos que no todos los hombres son tan obtusos como Víctor Marswell y que, en efecto, John Ford tenía algo de feminista dentro de esa apariencia de hombre duro y conservador.
       «Kelly: Gracias, Brown-Pryce, ha sido usted muy amable.
       Brown-Pryce: Y usted es una gran chica, mis Kelly.
       Kelly: No crea que no le comprendo, yo sería un estorbo para su negocio.
       Brown-Pryce: A veces hay quien no ve un árbol, porque se lo tapa el bosque.
       Kelly: Y algún día, tropezará con el árbol que no es y se romperá la nariz. Cuídese, amigo Brown-Pryce. Y a él también. »

       Cuando Kelly pide a Brown-Pryce que cuide de Víctor demuestra sentir hacia él una responsabilidad afectiva que la hace desear su bienestar por encima de todo. Ford de forma harto inteligente, e incluso poética, vuelve a usar al final del film esta muestra de responsabilidad afectiva cuando Víctor pide a Brown-Pryce que cuide de Kelly, demostrando así que comienza a sentir algo más que atracción sexual por ella.

       En el cine de Ford es habitual encontrar parejas con carácter, como la formada por Kelly y Víctor. De ese modo, el conservador director reflejaba la conveniencia de formar pareja con alguien perteneciente a la misma clase social, con los mismos gustos y aficiones, para garantizar que la relación perdure. Ford nos presenta a Kelly y a Víctor como dos personas muy parecidas, desde el explosivo momento en que se conocen: los dos tienen un temperamento fuerte, los dos gritan y los dos son impertinentes llegando a resultar casi vulgares. Son tan parecidos que no pueden evitar odiarse, amarse o ambas cosas.

       «Kelly: ¡Escuche, amigo, no tiene usted por qué gritarme! Soy yo quién ha venido desde Nueva York a este lugar inmundo, al continente negro, donde me esperaba un hombre con una linterna.
       Víctor: Oiga, le aconsejo que no malgaste sus energías y que se vista. Le daré una habitación para usted sola.
       Kelly: Espere, ¿no… no podría proporcionarme una canoa, un camión o unos patines, algo para salir de aquí?
       Víctor: Este territorio no se puede atravesar de ninguna manera, así que tendrá que esperar el barco de la próxima semana.
       Kelly: Entonces, ¿no hay forma de largarse?
       Víctor: ¡No! ¡Y vaya a vestirse si no quiere que la lleve desnuda!
       Kelly: Uh… Qué tío… Vaya una semanita que me espera.»

       Si bien es cierto que, en Mogambo, Ford defiende la importancia de proteger y salvaguardar el amor conyugal frente al deseo, el verdadero mérito del director consiste en atreverse a mostrar la pasión sexual femenina sin condenarla, aceptando que las pulsiones sexuales son algo natural en cualquier ser humano adulto. Ni Kelly ni Linda son unas depravadas, son solo dos mujeres —con sus virtudes y defectos— reaccionando de forma natural ante un hombre más atractivo de lo normal.