sábado, 4 de noviembre de 2023

FORDMANÍA 1

LA DILIGENCIA (1939) de John Ford
     

       Después de trece años sin dirigir un western, Ford aborda su primer western sonoro y logra revitalizar el género haciéndolo evolucionar hacia una espléndida madurez, con la que sienta las bases del western moderno.
    
       En 1875, la diligencia era el único medio de transporte en la salvaje frontera de Arizona, donde Gerónimo, líder de los apaches, combatía al hombre blanco. A pesar de su amenaza, la diligencia con destino a Lordsburg decide continuar su viaje escoltada por el ejército. El comisario Curly Wilcox (George Bancroft) se une al cochero Buck (Andy Devine) como guardia armado con la intención de detener a Ringo Kid (John Wayne), preso fugado de la cárcel que se dirige a Lordsburg para vengar a su familia, asesinada por Luke Plummer (Tom Tyler). La Liga de las Damas en favor de la Ley y el Orden obligan a la prostituta Dallas (Claire Trevor) y al borrachuzo Doc Boone (Thomas Mitchell) a abandonar la ciudad en la diligencia. Por su parte, el Sr. Hatfield (John Carradine), caballero del sur convertido en tahúr, decide tomar la diligencia para ofrecer su protección a la Sra. Lucy Mallory (Louise Platt), que viaja para reunirse con su marido. Completa el grupo de viajeros Samuel Peacock (Donald Meek), comerciante de licores con aspecto de reverendo. En las afueras de la ciudad, el banquero Gatewood (Berton Churchill) toma la diligencia para huir llevándose consigo la nómina de los mineros. Por último, Ringo Kid, habiendo perdido su caballo, detiene la diligencia y es apresado por Curly, para impedir que se enfrente a Luke Plummer. Nada más iniciarse el viaje, se producen los primeros enfrentamientos entre los pasajeros a causa de sus diferencias políticas y sociales. Al llegar a Dry Fork, la diligencia se queda sin la protección del ejército; aún así, los viajeros acuerdan seguir adelante. Durante el trayecto, Dallas sufre el desprecio de todos, especialmente el de Lucy Mallory; sólo Ringo, ignorante de su oficio, la trata con respeto y ambos se enamoran. En la siguiente parada, Apache Wells, la Sra. Mallory, al enterarse de que su marido ha sido herido, se pone de parto. El doctor, pese a su borrachera, logra serenarse y atenderla, ayudado por Dallas. Nace una niña y Ringo al descubrir el instinto maternal de Dallas, le propone matrimonio. Dallas, emocionada, le convence para que renuncie a su venganza y huya. Sin embargo, al ver las señales de humo de los apaches, Ringo decide quedarse para proteger la diligencia. Atacada por los hombres de Gerónimo, la diligencia emprende una desenfrenada carrera hacia Lordsburg, defendida por Ringo, Buck, Curly, Hatfield y el doctor, que no tardan en quedarse sin municiones. Hatfield decide reservar su última bala para Lucy, pero recibe un balazo y la caballería acude al rescate haciendo huir a los apaches. Una vez en Lordsburg, cada viajero deberá enfrentarse a su propio destino.


       Se dice que con La diligencia, el western se hizo adulto, se hizo arte, se consolidó como género dejando de ser considerado mero entretenimiento. La historia con la que Ford lograba esta hazaña reflejaba la dureza de la vida fronteriza en los territorios que el hombre blanco trataba de arrebatar a los indios, donde los verdaderos héroes surgían de lo más bajo de la sociedad, individuos rechazados y humillados, que lograban redimirse gracias a su coraje y a su sacrificio. Cada personaje del film representa un símbolo de esa sociedad, por ello, más allá de la redención individual de cada personaje, la película de forma indirecta nos habla de la redención colectiva de esa nueva nación que se estaba forjando. En definitiva, se trata de la victoria de los valores humanos sobre los prejuicios políticos, sociales, económicos o morales. De modo que los protagonistas de la película se redimen a sí mismos y se redimen como grupo al comprender que para sobrevivir en una tierra salvaje deben permanecer unidos frente a la adversidad.

       Basado en el relato Diligencia a Lordsburg de Ernest Haycox —inspirado a su vez en la novela corta de Maupassant Bola de sebo—, el guión de Dudley Nichols, escrito con la colaboración no acreditada de Bent Hecht, recoge elementos de ambas narraciones para crear una metáfora de cómo una nación se regenera tras sufrir una guerra civil (la guerra de secesión americana) mediante el esfuerzo conjunto de todos sus ciudadanos, que logran dejar a un lado sus diferencias para hacer frente al desafío de volver a ser una sola entidad. En el caso de La diligencia, la sociedad respetable y la marginal se ven obligadas a convivir, bajo una amenaza llamada Gerónimo.


       «Doc: Gerónimo, ese es el nombre de nuestro verdugo. Ha escapado de la reserva. Está en pie de guerra.»

       En esta tierra salvaje, el fuera de la ley se convierte en la autoridad, erigiéndose en líder del grupo. Ringo impone el orden entre los viajeros y arriesga su vida para defender la diligencia, porque él es el único que sabe luchar como un salvaje. Los soldados de caballería, defensores de la sociedad, abandonan la diligencia a su suerte cuando todos los viajeros se encuentran divididos por cuestiones políticas o sociales, sin embargo, acuden a su rescate cuando el orden y la unión se han restablecido entre ellos, es decir, cuando se han transformado en algo que merece ser protegido. El séptimo de caballería acudiendo al rescate de los civiles llegaría a constituirse en lugar común de la mayoría de los westerns.


       Del mismo modo, la redención de los personajes de forma individual se produce cuando han demostrado ser valiosos como miembros del grupo. Ringo, el preso fugado, se redime cuando sacrifica su libertad para defender la diligencia. La intolerante Lucy Mallory se redime de su arrogancia cuando comienza a tratar a Dallas como a su igual, una vez que Dallas se ha redimido al demostrar su entrega y generosidad protegiendo al bebé. Asimismo, el borracho doctor Boone se redime al demostrar su valía como profesional trayendo al mundo a la niña y salvando la vida de Peacock. A su vez, Peacock, que como vendedor de whisky contribuye al alcoholismo de los ciudadanos, se redime al terminar suplicando a un alcohólico que deje la bebida. Hatfield, el caballero tahúr, se redime arriesgando su vida para proteger a una dama. Curly, el comisario, se redime al dejar escapar a Ringo, inocente del crimen por el que se le condenó. Buck, el cochero cobardica, se redime con su heroica actuación ante el ataque apache. El único personaje que no evoluciona a lo largo del film es el banquero Goodwell, estafador y ladrón, un personaje insufrible, que molesta a todos los pasajeros con su agresividad verbal, pero que termina siendo silenciado por el doctor de un puñetazo —es decir, el médico le aplica su medicina—. El banquero como figura negativa era bastante habitual en el cine de Ford. El banquero fordiano es un siervo absoluto del dinero, su codicia y su egoísmo no se detienen ante nada. Ni la ley ni su país ni su familia ni la compasión tienen ninguna importancia para él. Gatewood está convencido de que por ser un hombre de negocios tiene derecho a hacer lo que quiera sin rendirle cuentas a nadie.


       «Gatewood: ¡No sé adónde va a ir a parar el gobierno! En vez de proteger a los 
hombres de negocios se dedica a meter las narices en nuestro trabajo. Válgame, si hasta están hablando de inspectores bancarios… Como si no supiéramos llevar nuestros propios bancos. ¡Hasta me llegó una carta de algún funcionario entrometido diciéndome que iban a inspeccionar mis libros! Tengo un programa, caballeros, que debería ser enaltecido en todos los periódicos del país. ¡América para los americanos! ¡Hay que impedir que el gobierno se entrometa en los negocios! ¡Que reduzcan los impuestos! ¡La deuda nacional es un escándalo! ¡Más de mil millones de dólares! ¡Lo que necesita el país es un hombre de negocios como presidente!
       Doc Boone: Lo que el país necesita es más bebida.»

       Resulta fascinante que sea, precisamente, el personaje más intelectual, el doctor, quien silencie al banquero y que sea el defensor de la ley, el sheriff, quien le ponga entre rejas. Todo un alegato de Ford en favor de seguir el consejo dado por Tucídides a todas las naciones del mundo: No separar a los intelectuales de los guerreros.

       El banquero, que representa a una de las clases más altas de la sociedad, es apartado de ésta, por romper una y otra vez la armonía social que los demás personajes tratan de recomponer durante el viaje. La recuperación de la armonía social es tan importante en el film que, llegado el momento del duelo, entre Ringo y los Plummer, Ford evita recrearlo en imágenes, realizando una inteligente elipsis que nos muestra tan solo el resultado del mismo. Al fin y al cabo, todo duelo implica violencia, la cual siempre es desarmonía.


       El guión mantiene la crítica del relato de Maupassant a la hipocresía de la sociedad, que valora a sus individuos en función de su estatus socioeconómico sin tener en cuenta sus valores humanos. Bola de sebo mostraba una sociedad dividida entre ciudadanos respetables, clasistas y cobardes, y ciudadanos marginados, dispuestos a sacrificarse por los demás; de estos últimos adviene la redención de la sociedad. Este recurso ha sido muy utilizado en el western, donde era frecuente que el personaje expulsado de la sociedad por los que representaban la ley y la moral —en la película, la Liga de las Damas en favor de la Ley y el Orden— era el que terminaba salvando dicha sociedad. Estos personajes siempre buscaban regresar al seno de la civilización, aunque nunca lo consiguieran, ni siquiera constituyéndose en sus salvadores; sin embargo, Dudley Nichols da un giro a este recurso logrando la redención de estos personajes marginados que, con su amor y generosidad, logran crear una nueva sociedad que finalmente los acepta. El mismo Ford, como extranjero irlandés, siempre luchó por ser aceptado en la sociedad americana, aunque a menudo se manifestara en contra de sus dirigentes. Lo paradójico del final de La diligencia es que una vez que la sociedad vuelve a aceptar a la prostituta y al fuera de la ley, ellos se alejan de ella de forma voluntaria. Dando la impresión de que Ford cuestionaba las ventajas de vivir en sociedad, decantándose por la vida salvaje.

       «Doc: Bueno, eso les ahorrará las bendiciones de la civilización.»



       En cualquier caso, el amor entre Ringo y Dallas está basado en todo momento en el deseo de fundar una nueva familia, tras haber perdido cada uno la suya de forma violenta. Y la familia es el símbolo por excelencia de la armonía social y el lugar favorito de Ford en el que ambientar los conflictos dramáticos de sus películas.

       Del relato de Haycox, el guión mantiene la mayoría de los hechos básicos que estructuran la historia y también conserva algunos de sus personajes; la esposa embarazada del militar, el jugador, el vendedor de licores, el fuera de la ley y la prostituta. Pero estos personajes, algunos típicos del western, son tratados por Nichols con un enfoque diferente, que los aleja del estereotipo: La prostituta es una buena chica, el fuera de la ley es un joven ingenuo y honesto y el banquero es un sinvergüenza. En realidad, John Ford compró los derechos del relato de Haycox precisamente por sus personajes. Y si hay algo que caracterice el guión de La diligencia es la profundidad psicológica de los mismos y la mezcla de poesía y humor de sus diálogos.


       «Doc: No soy solo un filósofo, también soy un fatalista. En algún lugar, en algún momento, aparecerá la bala apropiada o la botella equivocada para Josiah Boone. ¿Para qué preocuparse por el cuándo o el cómo?
       Curly: ¿Sí o no?
       Doc: Poseedor de esta sabiduría, señor, siempre he cortejado el peligro. Durante la reciente guerra… en la que tuve el honor, señor, de servir a la Unión… a las órdenes de nuestro gran presidente Abraham Lincoln… y el general Phil Sheridan combatí entre las balas, la metralla y el rugido de los cañones…
       Curly: ¿Quiere usted regresar o no?
       Doc: ¡No! Quiero otro trago.»

       El cine de Ford acostumbraba a narrar relatos enmarcados en la historia de los Estados Unidos, de modo que sus héroes y sus argumentos estaban siempre relacionados con algún aspecto histórico. John Ford se consideraba a sí mismo como un director de Westerns y a través de este género entró en contacto con los dos aspectos claves de la historia de los Estados Unidos, la guerra de secesión y la colonización del Oeste. El tema principal de la mayoría de sus westerns mostraba la dificultad de vivir a caballo entre el territorio civilizado y el territorio salvaje, con la consecuente confrontación con los indios —es decir con la adversidad—. En el film que nos ocupa, los viajeros abandonan la protección de la ciudad para adentrarse en la aventura de lo desconocido y lo salvaje. Y lo hacen para conseguir sus objetivos.

       «Doc: Nos van a arrancar la cabellera a todos, Gatewood, seremos masacrados de un vil plumazo. Por eso nos acompañan los soldados.»


       Otra de las características de su cine es la belleza visual de sus imágenes, siempre unidas a una gran sencillez. La diligencia avanzando por el impresionante paisaje de Monument Valley adquiere bajo la batuta de Ford una identidad legendaria y romántica, que la convierte en un personaje más de la historia. Ford era un gran director de exteriores que supo solventar el estatismo propio de una historia que transcurría en gran parte en el interior de una diligencia con su enorme habilidad para encuadrar y componer unos planos cargados de dinamismo. Poseedores a su vez de una estética tan sobria y tan bonita que conecta las imágenes de Ford con la pintura. De tal forma que su filmografía queda reflejada en la pantalla con una estética cinematográfica propia.


       Esta sencillez artística se corresponde con su predilección por hacer avanzar las historias de forma lineal. Identificando lo relevante de la historia y desechando todo lo superfluo para lograr una puesta en escena, unos planos y un montaje siempre al servicio de la fluidez narrativa. Ford reduce el pasado de Dallas o el de Ringo a meras pinceladas, sólo lo necesario para que el espectador intuya la soledad y el sufrimiento que ambos protagonistas tienen en común.

       «Ringo: Mi padre y mis hermanos fueron abatidos a tiros por los Plummer. Supongo que usted no sabe lo que es perder así a la familia de uno.
       Dallas: Perdí a la mía cuando era una niña. Hubo una masacre en las montañas.
       Ringo: Eso es muy duro, especialmente para una chica. Es un país duro.
       Dallas: Hay que seguir adelante pase lo que pase.»

       Esta linealidad narrativa aportaba una gran fluidez a sus historias. En el caso de La diligencia, el director logra imponer un ritmo perfecto al film, con una acción que nunca decae, pese a su planteamiento básicamente teatral. Ejemplo de ello es la impresionante secuencia del ataque apache a la diligencia, que se lanza a una carrera desesperada por alcanzar la ciudad antes de ser apresada por los indios. Tim Burton parece haberse inspirado en dicha secuencia para rodar en Sleepy Hollow (1999) la persecución del jinete sin cabeza a la carroza, desde cuyo techo Johnny Deep se enfrenta a él a todo galope. El especialista Yakima Canutt, que solía doblar a John Wayne en las escenas de acción, se convirtió en leyenda, al rodar dentro de esta secuencia la mítica escena en que salta desde su caballo sobre los caballos que tiran de la diligencia a gran velocidad. Se dice que Ford necesitó tomarse un trago después de rodar dicho instante porque temía que Yakima se matara. Pero durante el ataque apache se produce otra inolvidable proeza de Yakima, me refiero al momento en que cae entre las patas de los caballos de la diligencia y pasa por debajo de ésta apareciendo por la parte trasera. Escena homenajeada por Spielberg en su primer Indiana, En busca del Arca perdida (1981), donde el Dr. Jones se arrastra bajo un camión saliendo ileso por la parte trasera.


       La maravillosa narrativa de Ford se caracteriza, no sólo por su fluidez, sino también por su profunda mirada poética, sobre todo a la hora de fotografiar a sus personajes. Ford realizaba en imágenes un verdadero estudio de sus protagonistas,  dando mucha importancia a sus rostros y sacando grandes miradas a sus intérpretes. Presentaba a sus protagonistas con grandes entradas que transmitían al público quién era el personaje desde el primer fotograma. Ford presenta al fuera de la ley, Ringo Kid, que posteriormente se erigirá en héroe, solo y sin caballo en territorio apache con la única compañía de su rifle, dejando claro desde el principio de qué pasta está hecho. Por otra parte, nos presenta a Dallas caminando por una calle de la ciudad con su maleta en la mano, escoltada por el sheriff y por un grupo de puritanas que la siguen de cerca con gesto severo. Y por si hubiera quedado alguna duda de quién es la chica, al subirse a la diligencia se levanta la falda desafiando a los hombres que le silban.

El mismo doctor 
Boone está borracho ya desde su primera aparición, pero eso sí exultante de dignidad.

       «Dallas: ¿Qué he hecho, Doc? ¿Acaso no tengo derecho a vivir?
       Doc: Nos ha abatido una repugnante enfermedad llamada prejuicios sociales, hija mía. Estas queridas Damas de la Liga en favor de la Ley y el Orden están limpiando la escoria de la ciudad. Vamos, sé una escoria orgullosa y exultante como yo.
       Sheriff: Cállese, doctor. Está usted borracho.
       Doc: Exultante, señor.»

       De ese modo, Ford presenta a los tres marginados con los que se dispone a realizar a lo largo de su narración una verdadera exaltación de aquellos que son humillados y despreciados por la sociedad. Tema recurrente en sus films, donde mediante el humor, el romanticismo y la aventura, este director duro y poético nos invitaba a superar los prejuicios sociales y a aceptar que nuestra condición humana nos hace a todos iguales. En este sentido el film supone un claro ataque al puritanismo y al clasismo de la sociedad.


       «Ringo: Se diría que tengo la peste, ¿verdad?
       Dallas: No… no es usted.
       Ringo: En fin, supongo que uno no puede fugarse de la cárcel e incorporarse a la sociedad en la misma semana.»

       El perfeccionismo de Ford le conducía a un sistema de rodaje que consistía en realizar muchos ensayos y pocas tomas, obteniendo unas escenas tan naturales que parecían improvisaciones pero que no eran sino el resultado de un arduo trabajo de planificación. Ford solía usar a los mismos colaboradores, actores, técnicos y guionistas en la mayoría de sus films lo que provocaba un cierto halo de familiaridad en los mismos, algo muy apropiado para su cine, siempre interesado en la familia como núcleo dramático. En La diligencia aparecen dos padres de familia, Buck y Peacock, cuya aparente cobardía no es sino preocupación por conservar la propia vida para sustento de su prole. No olvidemos la desgracia que la pérdida del cabeza de familia podía suponer para la viuda y los hijos en el Lejano Oeste.


       «Peacock: Yo… Yo quisiera seguir adelante, hermano, quiero regresar al seno de mi querida familia en Kansas City, Kansas, lo antes posible… Pero tal vez no consiga regresar a ese seno si seguimos adelante. Dadas las circunstancias… Yo… compréndame, prefiero volver con los senos… quiero decir, con los soldados.»

       Al gusto de Ford por la sencillez, debe sumarse su predilección por los detalles que dan profundidad a las subtramas, perfectamente estructuradas, de cada uno de sus personajes, puesto que cada uno de ellos tiene un objetivo que cumplir y un obstáculo que superar. Podemos citar como ejemplo, el vaso de plata que Hatfield ofrece a Lucy para que beba agua, en el que ella reconoce el escudo de su familia, pero Hatfield no quiere que el buen nombre de su familia se vea empañado por su actual profesión y miente.

       «Lucy: ¿Dónde he visto yo antes esta inscripción? ¿No procede esto de Ringfield Manor?
       Hatfield: No sabría decirle, Sra. Mallory. Gané este vaso en una apuesta.»


       Otro ejemplo sería el detalle de las tres balas que Ringo esconde en su sombrero para utilizarlas contra los tres hermanos Plummer. También resulta interesante el detalle de que Luke Plummer, cuando está jugando al póker en el salón y se entera de que Ringo ha llegado al pueblo, tenga en su poder la jugada llamada «mano del muerto» —una doble pareja de ases y ochos—, considerada de mala suerte porque, según la leyenda, era la que llevaba Wild Bill Hickock cuando un delincuente se le acercó por detrás y le mató de un disparo en la nuca. Inteligente anticipación de la muerte de Luke.

       La diligencia, primer papel importante de John Wayne, supuso su lanzamiento definitivo al estrellato y el principio de una larga colaboración con el director, con el que rodaría unas catorce películas convirtiéndose en el rostro más distinguible de su filmografía, así como en el protagonista más icónico del western. En el rol de Ringo Kid, vemos a un John Wayne muy diferente del mito en que llegaría a convertirse. Su manera de balancearse al andar aún no se apreciaba y su rostro aún no estaba surcado de esas arrugas que le darían ese carisma tan imponente, el de un hombre al que nadie dudaría en confiar su vida. Sin embargo, lo que sí poseía ya era esa presencia con la que transmitía las virtudes de todo héroe de aventuras que se precie, valor, generosidad, liderazgo, nobleza y apostura. Wayne realiza una interpretación conmovedora que concilia con acierto el temple de un héroe con la ingenuidad de un joven enamorado por primera vez.


       «Dallas: ¡Usted no me conoce! ¡No sabe quién soy!
       Ringo: Sé todo lo que necesito saber. Es usted el tipo de chica con el que un hombre querría casarse.
       Dallas: ¡No hable así!»

       Claire Trevor, espléndida actriz, cuya profunda mirada parecía reflejar todo el misterio dramático de la femineidad universal, encarnó a la tierna Dallas con una humildad desoladora que aportaba dignidad a un personaje acostumbrado al desprecio y a la humillación. Destaca su apasionada desesperación cuando cree que Ringo ha muerto. Y sus fugaces miradas a Ringo en la diligencia, con las que nos hacía sentir el pudor de la prostituta a mostrarse ante los demás románticamente atraída por un joven, como si el amor le estuviera prohibido.


       «Dallas: Ringo me ha pedido que me case con él. ¿Es eso malo para una chica como yo? Si un hombre y una mujer se aman todo está bien, ¿no es así, Doc?
       Doc: Te van a hacer daño, muchacha, más daño del que te hayan hecho nunca. ¿No sabes que ese chico va de vuelta a la cárcel? Además, si los dos vais a Lordsburg… juntos, él lo descubrirá todo sobre ti.»

       La química con John Wayne, a pesar de la diferencia de estatura, desbordaba respeto y complicidad, invistiendo a la pareja de un futuro lleno de posibilidades. Juntos, visualmente, formaban ya una familia.


       En general todo el elenco realizó notables interpretaciones, destacando la de 
John Carradine, perfecto en sus maneras de caballero, acompañadas de ciertas miradas y sonrisas cargadas de cierta vileza obtenida tras su paso por la guerra. También cabe destacar la interpretación de Louise Platt, en su rol de Lucy Mallory, una actriz que por sus rasgos y su patetismo dramático evocaba a nuestra Aurora Bautista.

Pero sería 
Thomas Mitchell quien se alzara con la estatuilla en la ceremonia de los Oscars, como mejor actor de reparto, por su divertida y convincente interpretación del culto y borrachuzo Doc Boone, capaz de bromear ante la adversidad, de cumplir con su profesión con eficacia y de permitirse gestos heroicos como el de impedir que Luke Plummer saliese al encuentro de Luke con su escopeta.

       «Doc: Me quedaré con esa escopeta, Luke.
       Luke: Se quedará con un tiro en el estómago si no se quita de en medio.
       Doc: Si puede soportar la clase de whisky que sirven aquí, podrá soportar el plomo. Haré que te condenen por asesinato si sales a la calle con esa escopeta.
       Luke (arrojando la escopeta sobre la barra): Bien, ya me ocuparé de usted luego.
       Doc (Al tabernero): No vuelva a permitir jamás que haga una cosa así.»

       El film obtendría también un Oscar a la mejor banda sonora, a pesar de estar ésta basada en adaptaciones de canciones y melodías americanas. Era la primera vez que la academia premiaba la música de un western. La partitura era el resultado de la labor conjunta de varios músicos, Richard Hageman, Franke Harling, John Leipold y Leo Shuken. La diligencia obtendría también otras cinco nominaciones: Mejor película, mejor director, mejor dirección artística, mejor fotografía y mejor montaje. Todo un éxito tratándose de un western.


       El mérito de Ford, más allá de todos sus logros como realizador de esta obra 
maestra, radica en su valiosa demostración de cómo ante un peligro de muerte las clases sociales y las diferencias políticas desaparecen, de nada sirven el dinero, la caballerosidad, la clase o el prestigio; simplemente hay quienes ayudan a los demás y quienes solo saben quejarse y ocuparse de sí mismos. Y todos sabemos distinguir a cuál de estos dos grupos pertenecen los verdaderos héroes. Ford nos muestra esa particular idiosincrasia de la sociedad americana, siempre dispuesta a absolver a todos aquellos marginados que, con su coraje y osadía ante la adversidad, demuestran su valía como ciudadanos. El mismo Ringo, como representante de la nueva nación, al descubrir la profesión de Dallas mantiene su propuesta de matrimonio, porque ya sabe la clase de mujer que es ella en realidad.

       «Dallas: Bueno, Ringo, ya… ya te dije que no me siguieras. (Ella se aleja de él)
       Ringo: ¡Dallas! Te pedí que te casaras conmigo, ¿no es así?
       Dallas: Jamás olvidaré que me lo pediste, Ringo. Eso ya es algo.
       Ringo: ¿Ves estas cicatrices? Son de las esposas… Las cicatrices acaban desapareciendo, Dallas. No pienso darte la oportunidad de que me olvides.»


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