sábado, 29 de junio de 2019

CUKORMANÍA 1

“VIVIR PARA GOZAR” (1938) de George Cukor


       
    Anticipándose al pensamiento de Erich Fromm, expresado en sus libros “Tener o ser” (1976) o “El miedo a la libertad” (1941), George Cukor dirige en la década de los treinta esta comedia con tintes dramáticos ―o este drama en clave de humor―, que refleja la difícil elección a la que debe enfrentarse todo ser humano al llegar a la madurez: dedicarse a perseguir una seguridad económica, lo más lucrativa posible, o a desarrollar el verdadero ser para proyectarlo en el mundo.

       Tan alejada de las comedias alocadas de la época, a las que, sin embargo, parece querer emular en algunas aspectos, tales como el humor físico o el triángulo amoroso, “Vivir para gozar” trata, desde el marco del patriarcado más severo en el seno familiar, las dificultades a que se enfrenta el individuo que elige la opción de ser fiel a sí mismo, asumiendo el riesgo que supone seguir el camino de la libertad.

       Johnny Case (Cary Grant), joven de origen humilde dedicado al mundo financiero, se enamora, durante unas vacaciones, de Julia Seton (Doris Nolan), hija de uno de los hombres más ricos e influyentes de la ciudad, que necesita contar con la aprobación de su padre para casarse. El señor Seton (Henry Kolker) es un hombre intolerante, conservador y lleno de prejuicios, pero Johnny cuenta, para ablandarlo, con el apoyo de sus futuros cuñados, Ned Seton, músico frustrado forzado por su padre a trabajar de banquero, y Linda Seton (Katharine Hepburn), hermana mayor y oveja negra de la familia. Ésta última, gratamente impresionada por el hombre elegido por su hermana, entabla con él una sincera amistad. Johnny, a su vez, se encuentra tan a gusto con Linda que le confiesa que, después de trabajar sin descanso desde los diez años, aspira a reunir el dinero suficiente para tomarse unas vacaciones indefinidas, con el propósito de encontrarse a sí mismo y dar sentido a su existencia. Linda entiende y admira el proyecto de Johnny y le aconseja hablarlo con su hermana. Cuando, finalmente, el señor Seton da el visto bueno para la boda, se organiza una fiesta de etiqueta para anunciar el compromiso y Linda, a su vez, improvisa una fiesta más informal en el cuarto de juegos de la mansión, donde ella, Johnny, Ned y los Potter (mejores amigos de Johnny) se divierten a lo grande de una manera más alegre y desenfadada, hasta que el señor Seton y Julia hacen su aparición para exigirles que se reúnan abajo con el resto de invitados y les aguan la fiesta.



       Pero también ellos reciben un jarro de agua fría cuando Johnny les desvela sus planes de dejar de trabajar por un tiempo. Julia, que esperaba que Johnny se convirtiera en el rey de las finanzas, pide a Johnny que acepte el puesto que su padre le ofrece en el banco y espere un par de años para tomarse esas vacaciones. Johnny siente que Julia y su padre no le entienden y, por el contrario, se siente más en sintonía con Linda, por la que siente cada vez una mayor atracción. Linda, por su parte, está enamorada de Johnny desde el principio, pero adora a su hermana Julia y se avergüenza de sus sentimientos. Finalmente, Johnny decide aceptar los dos años de trabajo que le ofrece su suegro para complacer a Julia, pero en cuanto cede en este punto, su suegro comienza a organizarle toda la vida y Johnny no lo soporta. Explota y pide a Julia que se vaya con él, renunciando a todo lo que su padre les ofrece, pero Julia se niega y rompen el compromiso. Linda, una vez convencida de que Julia, en realidad, no está enamorada de Johnny, se siente libre de dar rienda a sus sentimientos y cuenta con Ned para escapar juntos de la opresiva mansión Seton; pero su hermano, completamente dominado por el padre, aún no está preparado para emprender el vuelo fuera del nido paterno.

       Basado en una comedia de Philip Barry, el guión de “Vivir para gozar” fue escrito para Cukor por el afamado dialoguista Donald Ogden Stewart y el prestigioso guionista Sidney Buchman. Y, aunque la película cuenta con momentos realmente divertidos, los diálogos son más representativos del drama que de la comedia, por estar diseñados, a pesar de su humor, para expresar el drama psicológico de la familia Seton, una familia dividida entre sus miembros más conservadores y los más liberales. Los primeros triunfan, tienen éxito en la sociedad y ejercen su poder sobre los segundos, que están condenados al ostracismo y en último término a la muerte por desesperación; caso de la difunta señora Seton, cuyo fantasma planea sobre el corazón de sus dos inadaptados hijos, Ned y Linda, que hablan de ella con nostalgia y con profundo dolor.

       “Ned: Brinda por mamá, Johnny, intentó ser una Seton una temporada, pero se dio por vencida y murió.”

       Identificándose con la figura de la madre, víctima del castrador patriarcado ejercido en el hogar por el señor Seton, Ned y Linda llevan una existencia acomodada pero infeliz, lo tienen todo pero les falta lo más importante, la libertad para ser ellos mismos. Atrapados en la fría mansión Seton, Ned se emborracha mientras Linda revolotea alocadamente, de un lado para otro, tratando de encontrar un agujero por el que escapar de esa jaula de oro en la que su padre los tiene encerrados.


       Julia, en cambio, es una chica feliz y encaja a la perfección en el modo de vida impuesto por el patriarca y por la alta sociedad a la que pertenecen. Julia quiere a sus hermanos, pero no es como ellos, ella ha salido a su padre. El drama está servido cuando se enamora de Johnny, un hombre que, aunque Julia no lo sepa, es como sus hermanos y completamente opuesto a su padre. Johnny está por encima de ese mundo de riquezas, de convencionalismos sociales y de hipocresía, en el que Julia se mueve como pez en el agua. Johnny es “un simple hombre del pueblo, empezando la vida con las manos vacías”, como él mismo se define o como lo describe su amigo Nick Potter (Edward Everett Horton), “Johnny, el campechano, el amigo del pueblo”. Julia es una mujer segura de sí misma, que sabe lo que quiere y está convencida de que Johnny, como su abuelo ―que también partió de la nada―, llegará a lo más alto, bajo su influencia y la de su padre. Sin embargo, su hermana Linda, que comprende mejor a Johnny, sabe que Johnny no cederá ante las presiones de Julia y del señor Seton para que entre a formar parte de ese mundo materialista y hueco.

       “Linda: Estáis convencidos de que al fin cederá, pues os equivocáis, no cederá ni un milímetro.
       Sr. Seton: ¿Obstinado?
       Linda: En absoluto. Sabe que tiene razón.”

       La película plantea el eterno dilema entre “tener o ser” y los personajes que aparecen en ella se dividen entre los que desean tener y los que desean ser. Y, curiosamente, los que se decantan por tener, se consideran a sí mismos personas maduras, realistas y responsables y están convencidos de que los del otro grupo son unos inmaduros, unos soñadores y unos inconscientes, que viven fuera de la realidad, negándose a crecer, bajo una especie de absurdo complejo de Peter Pan.

       “Sr. Seton: Linda, el otro día escuché atentamente a nuestro joven soñador y sigo confesando que vuestras opiniones me parecen las de un par de criaturas de quince años.
       Linda: Pues me alegro mucho. A los quince años todos somos sinceros, es después cuando nos contaminamos.
       Sr. Seton (Riéndose): Pues yo me encuentro muy bien...”

       Por el contrario, los que eligen la opción de ser se ven a sí mismos como individuos libres, idealistas y valientes, al tiempo que consideran a los del otro grupo unos aburridos, materialistas e hipócritas, aquejados de un complejo de rey Midas, que les obliga a llevar una vida vacía, centrada en la acumulación de riquezas y en el consumismo.


       Tal y como planteaba Aristóteles, en el punto medio está la virtud, pero el debate, entre los que piensan que caminar en pos del tener revela madurez frente a los que piensan que revela miedo a la libertad, nunca dejará de existir. En el caso de la película, los partidarios del tener aparentan ser muy felices, debe ser porque están siendo ellos mismos y han elegido ese camino en completa libertad.

       “Julia: No tienes ni idea de lo emocionantes que pueden ser los negocios. Por favor, inténtalo, te entusiasmará, estoy convencida. Hacer dinero es la mayor emoción del mundo.”

       Lo que no se entiende es por qué, entonces, hacen infelices a los demás imponiéndoles su modo de vida a la fuerza. El señor Seton necesita controlar la vida de todos los miembros de su familia, aun teniendo dinero suficiente como para dejar que cada uno siga su propio camino, parece tener miedo de que sus hijos elijan un camino diferente al suyo, como si hubieran nacido, no para ser ellos mismos, sino sólo para representar el rol de hijo o hija del señor Seton. Los partidarios del ser, en el film, sólo quieren ser libres, no pretenden controlar a los otros, sólo esperan de ellos que los dejen en paz. La libertad para el señor Seton es una ofensa, algo que no se puede tolerar, sobre todo en un hijo varón. Al menos Linda, a pesar de ser de naturaleza rebelde y sacar de quicio a su padre, al ser una chica en un mundo de hombres ―en el que el papel de la mujer se reducía al de esposa y madre―, disfruta de algo más de libertad que el pobre y sensible Ned, que se ve obligado a representar un papel que detesta, siendo una segunda versión de su padre y renunciando a su vocación musical para trabajar en algo que aborrece.

       Ned Seton es el personaje más interesante de la película, es como una sombra que se pasea por la mansión con una copa, siempre llena, en la mano, que parece indiferente a todo, pero que lo escucha todo, lo ve todo y lo comprende todo. Es el que mejor conoce y comprende a cada uno de sus familiares, el que ve con mayor lucidez lo que está ocurriendo entre las columnas de mármol de la casa familiar y por qué ocurre. Un joven elegante, solitario y amargado por el peso de ser el heredero Seton, destinado a continuar la saga familiar, amasando fortuna. Ned ha perdido el interés por la vida siendo aún demasiado joven, es el pequeño de la familia y el más triste, muy pocas veces sonríe, casi siempre cuando su padre no está presente o cuando está tocando algún instrumento. Ned protagoniza un diálogo escalofriante con su hermana Linda, en el que describe su alcoholismo como lo único que le hace soportable la vida.


       “Ned: ... entonces no te importa nada, nada en absoluto. Luego, te duermes.
       Linda: ¿Cuánto tiempo se puede estar así?
       Ned: Mucho tiempo, mientras lo resistas.
       Linda: ¡Oh, Ned, es horrible!
       Ned: ¿Tú crees? Hay cosas peores.
       Linda: ¿Cómo se termina?
       Ned: Como termina todo el mundo, muriéndose. Lo cual tampoco importa.”

       Probablemente el momento más triste de la película sea aquel en que Linda abre la puerta de la jaula y Ned es incapaz de salir por ella, como esos pájaros domesticados que tienen miedo a volar. Sabemos que Ned necesita salir de allí mucho más que Linda, pero se queda paralizado, algo le impide reaccionar, el miedo a la libertad. Su padre le ha arrebatado la fe en sí mismo que necesitaba para volar por su cuenta, se queda porque siente que es demasiado tarde para él. Ya no se ve capaz de dedicarse a la música, pero la huida de Linda le brinda nuevas esperanzas.

       Lew Ayres realiza un sentido y soberbio trabajo de interpretación dando vida a este desengañado y alcoholizado chico rico que busca su propia destrucción. A pesar de la amargura de su personaje, Ayres logra que Ned sea siempre un tipo simpático, cuya presencia anima la escena con sus desengañados e irónicos comentarios, o tocando alguna alegre pieza al piano o al banjo, y suele estar tan serio que cuando sonríe la pantalla se ilumina de esperanza. Ayres transmite al espectador la sensibilidad y la vulnerabilidad de su personaje, su inteligencia y su buen corazón. Si hay en “Vivir para gozar” un personaje al que el público coja cariño ese es Ned Seton, todos queremos salvarle de su padre y todos queremos verle terminar su “concierto Seton en fa mayor”. Lew Ayres representa al perfecto caballero, desengañado de la vida, que incluso estando borracho resulta elegante. Ayres capta el alma de Ned y nos la muestra para que podamos sentirla en todo su dolor, en toda su frustración y en toda su soledad.

       Las diferencias y enfrentamientos entre aquellos que asumen las normas impuestas por las sociedad y aquellos que se rebelan a acatar dichas normas, se plantea, en el film, a través del drama de dos enamorados, que pertenecen a mundos opuestos y cometen el error de esperar que el otro cambie. El problema que comparten Johnny y Julia es haberse enamorado de una persona a la que no comprenden ni les comprende. Nick Potter, mejor amigo de Johnny, es el que entiende con mayor lucidez la cuestión:

       “Nick: ¿No crees que a lo mejor las cosas que a nosotros nos gustan de Johnny son, precisamente, las que ella no puede soportar? ¿Y no crees, también, que la vida de la que él quiere arrancarla es, precisamente, la que ella prefiere?”


       Los dos tienen un problema de difícil solución, y ninguno de ellos tiene la culpa de ser como es, y los dos tienen derecho a vivir su vida como mejor les parezca. Sin embargo, la película ―que pretende ser liberal―, parece culpar a Julia, de su resistencia a renunciar a lo que ella desea para seguir ciegamente los planes de su novio, tachándola de egoísta y de ser incapaz de amar a nadie que no sea ella misma, cuando lo cierto es que tampoco Johnny está dispuesto a hacer lo propio por ella, y a todo el mundo le parece que hace muy bien. Incluso en la secuencia en que Johnny está a punto de ceder, tanto Linda como los Potter lo consideran un terrible error y se alegran cuando recapacita y cambia de opinión.

       “Nick: Es que no puedo, Susan, no puedo, me da mucha rabia cuando pienso que ha vuelto a esa casa arrastrándose.”

       El machismo de la época, que consideraba que el colmo de la felicidad, para una mujer, pasaba por apoyar a su hombre en todo, se impone en el film y por eso, a pesar de que Julia sea una mujer fría y apegada a lo material, nos indigna esa actitud de Linda, de los Potter y del mismo Johnny, al dar por sentado que Julia debe ser la que ceda, porque, claro, la obligación de toda mujercita que se precie es la de complacer a su hombre. Pues no, y Julia será una repelente pero está en su derecho. Qué demonios, ¿por qué si Johnny cede comete un error, pero si la que cede es ella es estupendo? Bien por Julia. Nadie tiene la culpa de nada, ambos se han equivocado al elegir pareja, eso es todo. Ned es el único que sabe que su hermana Julia es como su padre y nunca aceptará la forma de ser de Johnny:

       “Ned: La mayoría de la gente, entre ellos Johnny y tú misma, os equivocáis respecto a Julia. Os fiáis de las apariencias. En el fondo, es una mujer vacía y la vida a la que aspira es la que se merece.”

       Esta claro que los autores toman partido por los miembros del “club anti camisas almidonadas y del trapecio volante de la quinta avenida”, como llama Nick a ese grupo fundado por Linda en el cuarto de juegos, junto a Ned, Johnny y los Potter, el club de los que eligen vivir la vida para gozar.

Cukor también nos muestra su simpatía por la autenticidad y el valor humano de este grupo de personas, que ríen, discuten, se enfadan, se enamoran y se emborrachan con pasión, sin miedo a mostrar sus debilidades, personas que no se avergüenzan de su propia humanidad, frente a ese otro grupo formado por la gente importante de la ciudad, que haciendo alarde de su buena educación, siempre actúan con decoro, como robots, que ni sienten ni padecen. Julia y el señor Seton nunca pierden la compostura, pase lo que pase, porque los arrebatos emocionales son para ellos una debilidad y ésa es la razón de que Linda y Ned sean la pesadilla de su padre, con sus habituales salidas de tono y sus “escenitas”.

       El director, que siempre tuvo fama de dirigir bien a los actores, logra sacar de todos y cada uno de sus intérpretes una profunda y sincera actuación. Katharine Hepburn, que era muy amiga del director, logra una magnífica interpretación, fusionando sus grandes dotes para el drama con su simpática vis cómica; y Cary Grant, que siempre brillaba en la comedia, demuestra, en esta película, que también era capaz, como intérprete, de asumir con corrección los momento de mayor tensión dramática.


       Cukor parece disfrutar dirigiendo este complicado triángulo amoroso, cargado de connotaciones morales, entre las dos hermanas Seton y Johnny. Pero ¿hasta qué punto es lícito fugarse con el novio de una hermana, aunque ella haya roto con él? La película justifica a Linda, dando a entender que ella es mejor compañera que su hermana para Johnny, pero qué duda cabe de que esta decisión arruinará la relación de ambas hermanas de por vida. “Horizontes de grandeza” (1958) de William Wyler planteaba un triángulo similar entre dos amigas y el prometido de una de ellas. Y también se exoneraba a la usurpadora, por ser la novia ―como Julia en “Vivir para gozar”― una mujer superficial y caprichosa, indigna de un hombre tan honesto y noble como el protagonista. De cualquier modo, sea lícito o no, hacer eso a una hermana es feo. Para justificar la elección final de Johnny, el campechano, por la oveja negra de la familia, Cukor nos muestra las enormes diferencias entre las hermanas Seton, mientras Julia ve a Johnny como un hombre capaz de llegar a lo más alto; Linda se siente atraída por su forma de ser, que para ella es como la primavera, la luz y el aire fresco. Y mientras Julia toma partido por su padre, frente a Johnny, Linda se rebela y planta cara a su progenitor. Cukor nos presenta la relación de Linda con Johnny como la de dos almas gemelas que se sienten felices de haberse encontrado, dejando fuera de la ecuación a Julia.


       “Johnny: Hay una conspiración contra ti y contra mi, Linda.
       Linda: ¿De quiénes?
       Johnny: Intereses e inversiones. No nos dejan divertirnos ni nos dan tiempo para pensar.”

       Otra cuestión, planteada por Cukor a través de este triángulo amoroso, es la de la liberación de la mujer por el amor. Linda siempre ha llevado dentro de sí una gran rebeldía, pero nunca ha tenido el valor necesario para escapar de su padre, hasta enamorarse de Johnny. Sólo inspirada por él, consigue sacar fuera todas esas ansias de libertad que lleva dentro. La historia parece decirnos que el amor libera a la mujer y, al mismo tiempo, puede suponer un peligro para libertad de cualquier hombre que se equivoque al elegir esposa. O viceversa.

       Existe, además, un segundo triángulo amoroso en el film, el formado por Johnny, Julia y el señor Seton. Cuando Johnny comprende que al casarse con Julia, también se casa con el señor Seton, es cuando decide salir huyendo. Cukor trata aquí un tema eterno, el de las intromisiones de la familia política en nuestras relaciones personales y, lo mismo que sucede en la vida real, todos tenemos un límite para este tipo de interferencias. El director nos presenta la relación de Julia con su padre como la de dos enamorados, se cogen de la mano, se hacen confidencias al final del día, hacen planes de futuro y se compenetran a la perfección; así queda patente que el tercero en discordia no es otro que Johnny.


       La gran influencia del mundo del teatro, del cual procede la historia original, se deja sentir en la película por la escasez de exteriores y por transcurrir gran parte del metraje en el cuarto de juegos, donde los hermanos Seton pasaban el tiempo con su difunta madre. Lugar, con gran significado dramático para Linda y Ned, en el que ambos renacen, se sienten felices y son capaces de comportarse de manera espontánea.

       “Linda: ... esta habitación es mi hogar. Es el único hogar que he tenido, aquí hay algo que yo comprendo, y que me comprende. Tal vez sea mamá.”

       Es el sitio en el que Linda se enfrenta a su padre, reprochándole la muerte de su madre, y el lugar en el que toma la decisión de marcharse lejos para enfrentarse al mundo, como pretende hacer Johnny. En el cuarto de juegos, Linda vuelve a jugar, se enamora, y recupera las ganas de vivir y Ned vuelve a la música.

       Las largas conversaciones son asimismo herederas del origen teatral de “Vivir para gozar”, diálogos de gran belleza, ingenio y emoción, que dibujan a la perfección el carácter de cada personaje, proporcionando a cada uno de ellos su momento de absoluta sinceridad, el momento de la verdad, en el que se expresan mostrando su ser más íntimo y desvelando el papel que juega en la historia, ya sea a favor o en contra de perseguir la realización personal, sin miedo a equivocarse. Se podría decir que el mensaje final de la película es animar al espectador a perseguir los sueños, viviendo la vida con intensidad y alegría, y respondiendo, como Johnny, ante las preocupaciones, con una cabriola.



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